martes, 30 de agosto de 2016

La forma de contar las cosas


Cuento inventado veintidós


El emperador se levantó de mal humor. Había tenido un sueño tan extraño como incómodo y pronto mandó llamar a su oráculo de cabecera.

--“En mi sueño se me caían siete dientes de la boca”, le dijo el gobernante al sabio.

--“Esto significa el presagio de muy malas noticias, mi señor”, respondió éste. “Concretamente quiere decir que van a morir tantos parientes vuestros como dientes soñasteis que se os caerían”.

El emperador se puso de muy mal humor al oír aquello.

De hecho, se enfadó tanto que mandó llamar a su guardia para que se llevaran preso al oráculo, le dieran siete latigazos y lo encerraran en la mazmorra por siete semanas.

Y a continuación, mandó llamar a otro sabio.

El segundo oráculo había conocido la reacción irada del emperador y decidió ir con mayor precaución.

--“Mi señor, vuestro presagio significa una gran noticia”, le dijo al gobernante. “Concretamente quiere decir que sobreviviréis a todos vuestros parientes y que vuestra vida será larga y próspera para el imperio que habéis construido”, completó.

--“¡Eso me gusta mucho!”, exclamó el emperador. Y a continuación mandó que le dieran al sabio un pequeño cofre con siete piedras preciosas como recompensa.

Al salir del aposento imperial, el segundo sabio le confesó a su discípulo que en el fondo ambos oráculos habían hecho la misma interpretación del sueño premonitorio del emperador: sus siete parientes iban a morir. Sin embargo, el modo de explicárselo de uno y de otro había cambiado radicalmente.

--“Decírselo de una forma o de otra puede hacerle feliz o desdichado. Toma nota de esto, discípulo, pues tendrás que aprender a aliviar males, cuando no a salvar la propia vida. Decir la verdad es como tener un diamante en la mano. Lo puedes dar suavemente y hacer feliz a alguien, o tirárselo a la cabeza y herirle”.

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