miércoles, 24 de agosto de 2016

El santo que oraba por los malvados

Cuento inventado veinte


Érase una vez un hombre sabio y bien intencionado, que era tenido por santo por sus congéneres, venerado y escuchado a la par. El hombre oraba y daba gracias en cualquier ocasión. Parecía cercano a Dios y que éste, tras las plegarias, le respondiera con todo tipo de bendiciones.

Cierto día, un extranjero que transitaba por el camino principal de la ciudad se paró a descansar y a escuchar las plegarias del sabio. Éste decía: “Oh, buen Dios, perdona a los que hacen daño, a quienes roban, a quienes calumnian, a quienes odian, a quienes torturan y hacen mal a la gente de bien”.

El extranjero no supo contenerse y le preguntó al sabio: “Disculpe, buen hombre, pero no es nada habitual que alguien rece así por los enemigos. ¿Está seguro de que alguien le escuchará en el cielo?

El sabio, que era hombre viejo, le respondió: “Quizás no lo entienda usted. Pero le debo muchísimo a ese tipo de personas tan malas. Me han humillado, vilipendiado, torturado y golpeado. Me han escupido y se han reído de mí en público y en privado. Cada vez que me he interesado por la riqueza material o por cualquier posesión, me las han robado sin piedad. Me han causado tanto daño que me han hecho odiar el mal y desear abrazar el bien sobre todas las cosas. Todos esos menosprecios son la razón del por qué me he convertido en sirviente de todos”

Cuento sufí de Al-Din Rumi.

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